La Hermandad Sacerdotal de San Pío X se encuentra en sus horas más bajas. Y la situación ciertamente es peor que en 2012, pues en estos doce años muchos sacerdotes firmes se han ido o fueron expulsados, han llegado muchos fieles procedentes del conservadurismo y faltan los dos obispos que podrían plantar una oposición a ese acuerdo que hoy se ve más probable que nunca. Además de lo anterior, ciertos temas, aunque controvertidos, entonces al menos eran debatidos y en la actualidad son aceptados con toda normalidad, sin disensión alguna; tales como la sucesión apostólica en el Novus Ordo ―el, al menos, gravemente dudoso nuevo rito de consagración episcopal y el dudoso nuevo rito ordenación sacerdotal― y la vacancia de la Sede Apostólica. Con la actitud sobre el nuevo rito de ordenación de sacerdotes y de consagración de obispos, es sabido que la dinámica habitual desde la elección de Ratzinger como «Papa» ―pues si bien era sacerdote válido, fue «ordenado» (como dicen en el modernismo) o
Contamos con un signo inequívocamente justo para identificar la última semana del Santo Profeta Daniel: «y en medio de esta semana cesará la hostia y el sacrificio, y será en el templo la abominación de la desolación, y durará la desolación hasta la consumación y el fin» (IX. 27); lo cual designa la apostasía contra el Templo, según el mismo Jesucristo recordara en el Sagrado Evangelio de San Marcos: «y cuando viereis la abominación estar en donde no debe […]» (XIII. 14). Allí donde no debiera de encontrarse nunca la apostasía es en el Templo, frente al cual se hallaban Jesucristo y los cuatro al pronunciarse tales sentencias; porque el Tercer Templo cotidiano es con toda seguridad la Eucaristía misma: «Jesús les respondió, y dijo: destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos le dijeron: ¿en cuarenta y seis años fue hecho este templo, y tú lo levantarás en tres días? Más él hablaba de su cuerpo» (Ioann. II. 19-21). Conocemos estos signos de resultas: una obra (la Abomi