Si es conveniente al combatir el error, combatir y desautorizar la personalidad del que lo sustenta y propala
XXIII.- SI ES CONVENIENTE AL COMBATIR EL ERROR, COMBATIR Y DESAUTORIZAR LA PERSONALIDAD DEL QUE LO SUSTENTA Y PROPALA
Pero dirá alguno: «Pasa esto con las doctrinas en abstracto», ¿es conveniente el combatir el error, por más que sea error cebarse y encarnizarse en la personalidad del que lo sustentan.
Responderemos a eso, que muchísimas veces sí, es conveniente, y no sólo conveniente, sino indispensable y meritorio ante Dios y ante la sociedad. Y aunque bien pudiera deducirse esta afirmación de lo que llevamos anteriormente expuesto, queremos todavía tratarla exprofeso aquí, pues es grandísima su importancia.
En efecto; no es poco frecuente la acusación que se hace al apologista católico de andarse siempre con penalidades; y cuando se le ha echado en cara a uno de los nuestros lo de que comete una personalidad, paréceles a los liberales y a los resabiados de Liberalismo, que ya no hay más que decir para condenarle.
Los mismos Santos Padres que hemos citado prueban esta tesis. Aún los títulos de sus obras dicen claramente que, al combatir las herejías, el primer tiro procuraban dirigirlo a los heresiarcas. Casi todos los títulos de las obras de San Agustín se dirigen al nombre del autor de la herejía: Contra Fortunatum manichoeum; Adversus Adamanctum; Contra Felicem; Contra Secundinum; Quis fuerit Petilianus; De gestis Pelagii; Quis fuerit Julianus, etc. De suerte que casi toda la polémica del grande Agustín fue personal, agresiva, biográfica, por decirlo así, tanto como doctrinal; cuerpo a cuerpo con el hereje tanto como contra la herejía. Y así podríamos decir de todos los Santos Padres. ¿De dónde ha sacado, pues, el Liberalismo, la novedad de que al combatir los errores se debe prescindir de las personas, y aún mimarlas y acariciarlas? Aténgase a lo que le enseña sobre esto la tradición cristiana, y déjenos a los ultramontanos defender la fe como se ha defendido siempre en la Iglesia de Dios. ¡Qué hiera la espada del polemista católico, qué hiera y que vaya derecha al corazón; que ésta es la única manera real y eficaz de combatir!
Félix Sarda y Salvany, El liberalismo es pecado, págs. 81-83.