En una reciente entrevista, el «Arzobispo» Carlo Maria Viganò sostenía que Jorge Mario Bergoglio buscaba acorralar a todos los fieles de la Misa tradicional en la Hermandad de San Pío X para después excomulgarlos. Esta cita de la entrevista de Viganò fue tuiteada por la cuenta de LifeSiteNews y a su vez respondida por el tuitero acuerdista Jeff Cassman, comentando que no creía que fuese así, pues Bergoglio siente «debilidad por la HSSPX».
Ambas especulaciones son erróneas, de hecho la de Jeff Cassman es directamente ridícula. Bergoglio no busca en absoluto la excomunión de la Hermandad y menos aún tiene debilidad por esta sociedad sacerdotal. La situación es la siguiente: tras Traditionis Custodes y sus consiguientes aclaraciones en su sentido más restrictivo, Bergoglio buscaba y busca con ello, efectivamente, acorralar a los fieles y sacerdotes indultados (es decir, aquéllos que asisten a ━o celebran━ la Misa tradicional en plena conformidad con las autoridades vaticanosegundistas, sean de los diferentes institutos ralliés o diocesanos) y ponerlos, por así decirlo, «entre la espada y la pared», no quedándoles más remedio a muchos que, o claudicar en la celebración de la Misa tradicional o buscar refugio en la Hermandad. Es probable que Traditionis Custodes no sea la última ni la más severa restricción o que incluso con ella hagan unas nuevas y más severas interpretaciones, a fin de anular casi totalmente la Misa tradicional que ofrecen estos institutos que aceptan el Vaticano II y que están en plena consonancia con las autoridades modernistas pero que siguen celebrando la Santa Misa.
Pero la cuestión fundamental es que, y Bergoglio es perfectamente conocedor de esto, el nuevo rito de consagración episcopal es inválido, así como también es altamente dudoso el nuevo rito de ordenación sacerdotal. Es decir, salvo los sacerdotes y obispos del indulto cuyas ordenaciones o consagraciones proceden de obispos consagrados por el viejo rito, el resto son simples seglares disfrazados. Por lo tanto, no pueden ni consagrar válidamente, ni confesar... etc. Este tema, ignorado por la gran mayoría de los fieles de la Tradición católica en sentido amplio y también por muchos fieles e incluso sacerdotes de la propia HSSPX, será el punto de inflexión para aniquilar al remanente fiel, los macabeos de nuestro tiempo, que está agrupado en torno a la sucesión apostólica del Arzobispo Lefebvre y cuya mayor parte de sus miembros todavía permanecen en la Hermandad de San Pío X.
Así, en resumidas cuentas, lejos de buscar la excomunión, Bergoglio buscará la reconciliación de la HSSPX con Roma y ésta probablemente se daría de facto, sin necesidad de que la Hermandad acepte el Vaticano II; simplemente con el permiso por parte de la Roma modernista para que la HSSPX pueda consagrar obispos. Probablemente tenga aquí especial protagonismo el «Obispo» Vitus Huonder.
En definitiva, la ruta a seguir por parte de la secta vaticanosegundista sería la siguiente:
1º- Aparentar que lo que se persigue es la Misa tradicional del indulto, cuando en realidad lo que se busca es anular a la HSSPX. No se pretende acabar, en última instancia, con la Misa del indulto, pues ésta es inválida en la mayoría de los casos al ser oficiada por sacerdotes que no han sido válidamente ordenados (por lo tanto, aunque celebren la Misa tradicional, resultaría inválida). Además, los grupos indultados no realizan ningún tipo de oposición al Vaticano II ni a la secta modernista que ocupa la Santa Sede.
2º- Con esta aparente persecución a los indultados, Bergoglio tratará de reconducirlos a la Hermandad para que así se mezcle el trigo y la cizaña. Es decir, los sacerdotes de la HSSPX válidamente ordenados que sí celebran el Santo Sacrificio con los sacerdotes indultados inválidamente ordenados que no pueden conferir sacramentos válidos más allá de los que aquéllos que puede realizar cualquier simple seglar.
3º- Permitir que la HSSPX consagre los obispos que tanto necesita con la autorización por parte de la Roma modernista y sin obligarla a aceptar ninguna aparente concesión doctrinal.
4º- Mezclar a los fieles tradicionalistas con los indultados, para ablandar todavía más a la feligresía de la HSSPX y hacerlos cada vez más liberales y mundanos. Si bien, esto ya lleva sucediendo desde la retirada de las «excomuniones» por parte de Ratzinger a partir del 2009, y muy especialmente desde los diálogos Roma-Écône de 2012 en adelante.
Con ello, la secta del Vaticano II aniquilaría al principal grupo de sacerdotes válidamente ordenados que se oponen a la nueva iglesia modernista. No olvidemos que la pretensión última de Satanás es acabar con el Santo Sacrificio de la Misa. Desde que los modernistas ocupan la Santa Sede este ataque a la Santa Misa se realiza por dos vías: la prohibición/persecución de la misma y la invalidez sacramental.
Gracias a Dios, uno de los cuatro obispos consagrados por el Arzobispo Lefebvre, el Obispo Richard Williamson, ha sabido reaccionar a la tibieza de la Hermandad de San Pío X y, recientemente, ha considerado como «dudoso» en su Comentario Eleison número 835 el nuevo rito de consagración espiscopal; tal y como sostienen los dominicos de Avrillé y otros sacerdotes vinculados a la Resistencia. Y no solamente aquí, sino también en el sermón del pasado domingo, festividad de la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo, donde se confirmaba la consagración de Paul Morgan, el veterano obispo inglés volvió a incidir en las dudas que presenta el nuevo rito de consagración episcopal, tildó de «razonable» la tesis de la Sede vacante y comentó, además, que varios sacerdotes de la Hermandad habían rechazado los óleos de Huonder por sus dudas respecto al nuevo rito. Desde su salida de la HSSPX en el año 2012, Williamson ha consagrado a seis obispos: Jean Michel Faure (2015), Miguel Ferreira da Costa (Tomás de Aquino OSB, 2016), Gerardo Zendejas (2017), Giacomo Ballini (2021) Michal Stobnicki y Paul Morgan (2022). Por lo tanto, aunque defeccionen los tres obispos que actualmente permanecen en la Hermandad, los sacerdotes fieles de la misma que rechacen esta trampa de la Roma modernista no van a quedarse desamparados.
Recemos para que esto no se produzca, para que la Hermandad de San Pío X consagre obispos sin permiso del Vaticano o, mejor todavía, que busque una reconciliación con la Resistencia para no dividir las fuerzas del remanente fiel. Parece difícil, pero para Dios nada hay imposible. Y si, como se prevé, la Hermandad finalmente termina sentenciando su tibieza actual con un acuerdo mortal, recemos para que el mayor número de sacerdotes (y obispos) de la sociedad sacerdotal se rebelen y sean fieles a la vocación para la que han sido llamados.