«El formarnos una idea del Anticristo la más clara, la más justa, la más verdadera que nos sea posible, parece no solo conveniente, sino de una absoluta necesidad. Sin esto, podremos con razón temer que este Anticristo se nos entre en el mundo, que lo veamos con nuestros ojos, oigamos su voz y recibamos su ley o su doctrina, que admiremos sus obras y prodigios, sin haberlo conocido por Anticristo, ni aun siquiera entrado en la menor sospecha». Rvdo. P. D. Manuel Lacunza y Díaz (1731-1801) de la Compañía de Jesús. Es cosa común de nuestros días, al abordarse el milenarismo, que buena parte de sus partidarios se oponga con desmesura a la posibilidad de una cierta Restauración precedente a la Parusía, y en ello abjuran de cualquier política saludable y aun del legítimo Rey Católico, pecado severo ( Mirari vos ). Sin embargo, ni toda lectura milenarista es concordante en sus deducciones, ni este presente escrito tiene por fin el desacreditarles conjuntamente, pero sí creemos necesario pre